sábado, 3 de marzo de 2012

Comentario de texto: La pintura de Velázquez y el discurrir del tiempo

- La pintura de Velázquez y el discurrir del tiempo

“La historia de la estimación de la pintura de Velázquez comienza durante su propia vida. Aparte aquellos desahogos de Vicente Carducho, ninguno de sus colegas ha dejado de sentir, respetar -y claro está que envidiar- la calidad pictórica de este hombre más que afortunado, [...]. Que se le envida es cosa probada, pero se le envidia en secreto, y públicamente su nombre es alabado y enaltecido. [...] 

Durante el siglo XVIII, con el gesto inicial de desvío que los Borbones instaurados guardan para todo lo específicamente español, decae algún grado la fama de Velázquez, y una muy grave desdicha fortuita se abate sobre su obra, al arder en el incendio del viejo Alcázar, el 28 de diciembre de 1734, muchas de sus más notables pinturas, en tanto otras sufren lesiones. Incluso va a ser ensombrecido por la desbordada estimación que se siente por Murillo, tanto en España como en el resto de Europa. Serán los artistas y los eruditos los que mantengan inalterada la fe en la valía prodigiosa de la obra velazqueña [...]

Otro siglo, el XIX, se comportará respecto a Diego Velázquez de los modos más contradictorios posibles, y será instructivo mostrarlos. Un gran pintor romántico todavía no justamente valorado, Eugenio Lucas y Padilla, se entusiasmará ante lo imaginado por Goya, y ésta es faceta muy conocida y acaso abultada en su labor, porque no menos sentirá la atracción de Velázquez, y se dará tanto a la copia como a la interpretación libre de criaturas velazqueñas. [...]. Pero este homenaje no estaba respaldado por el tiempo. Aparte de que en 1860, al cumplirse doscientos años de la muerte del gran pintor, a nadie se le ocurrió pensar en nada parecido a un homenaje nacional ni mucho menos internacional, el mercado de arte acusaba bien un descenso en la estimación.[...]

Mientras tanto, la justicia del pueblo resultaba ser más directa que la de eruditos y marchantes. El Museo del Prado, cuyas puertas se abrieron en 1819, dejaba ver largas y muy variadas riquezas, pero el instinto popular adoptó como más fáciles de adherencia mental las de Velázquez [...]. 

Era el año siguiente del crítico 98, en que se consumaba la ruina ultramarina y militar de España. [...] capítulo final de una decadencia comenzada en días de la vida de Velázquez, [...]. En 1898 había publicado el gran pintor don Aureliano de Beruete su monografía sobre Velázquez, [...] que respondía a la capital necesidad de cribar atribuciones, tantas de ellas fantásticas, y dejar reducido el opus velazqueño a las más justas proporciones. 

En la cada día más exigente bibliografía velazqueña, la segunda edición del Velázquez und sein Jahrhundert de Carl Justi, publicada en 1903 [...]. Era libro benemérito, y destinado a crear hondo clima admirativo en torno de nuestro Velázquez. Y la tónica de la bibliografía posterior continuó fiel a la tarea de eliminar postizos, indignidades y otras añadiduras a la obra limpia e inconfundible del pintor”.


GAYA NUÑO, J. A.: Velázquez, Ed. Destino, Barcelona, 1992, pp. 106-111. 


Cuestiones:


a) ¿Quién es José Antonio Gaya Nuño? ¿Qué han aportado sus investigaciones al campo de la historia del arte?

b) Explica, y valora brevemente, la bibliografía más reciente sobre la figura y la obra de Velázquez.

c) Analiza los aspectos más significativos del texto, deteniéndose en: opinión sobre Velázquez y su obra entre sus contemporáneos, el decaimiento posterior en la estimación de nuestro pintor y la recuperación de su prestigio a partir de mediados del siglo XIX.

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