La sensación es muy similar a cuando se ve un cuadro recién restaurado. Como si se hubiera limpiado de óxidos e impurezas y la obra hubiera recobrado su esplendor original. Tanto que en algún caso puede llamar la atención su excesivo fulgor. Es el resultado de cambiar la luz de las lámparas halógenas por la de las luminarias de led.
De modo que las llamadas Pinturas negras de Goya, una de las joyas del Museo del Prado, ya no son tan negras. Ahora se aprecian con mucha más claridad y nitidez, con menos claroscuros, el colorido y los detalles de la pincelada del artista aragonés. Aunque, en realidad, nunca fueron tan negras como su apelativo podría indicar. “Siempre tuvieron colorido y luz porque, además, Goya era un auténtico maestro de la luz. Sus pinturas recibieron ese nombre en la España negra de Gutiérrez Solana, a finales del siglo XIX, en 1898, cuando se produjo la valoración de lo negro, y ya se quedó. Pero es un error”, explicó este miércoles Manuela Mena, jefa de Conservación de Pintura del Siglo XVIII y de Goya, en el recorrido posterior a la presentación del ambicioso proyecto Iluminando el Prado, financiado por la Fundación Iberdrola con un presupuesto estimado que oscila entre los 800.000 y el millón de euros. La previsión es completar en 2017 la instalación de las nuevas luces en el centenar de salas que forman la pinacoteca. Las Meninas, de Velázquez, será la última en ser bañada por la nueva luz.
Noticia en El País:
http://cultura.elpais.com/cultura/2015/05/13/actualidad/1431521945_705163.html

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